“I´ve hired a substitute daughter.”
*Advertencia: Cualquier cosa que diga (u otra persona pueda decir) sobre Toni Erdmann no le hará justicia a la película.
Un padre cree que su hija ha perdido el humor y que ha dejado de ser feliz, razón por la cual decide hacer una visita sorpresa y llenar sus días de absurdas bromas.
Winfried (Peter Simonischek) es una persona colorida, un ser humano que parece estar siempre dispuesto a sacar la cara divertida de cualquier situación. Siempre lleva consigo una dentadura postiza con dientes que escapan de su boca, los cuales utiliza sin mayor advertencia ocasionando que su rostro produzca una intensa carcajada o una gélida mirada de desaprobación (dependiendo de la persona con la que se encuentre, o el público con el que se tope). Su vida es solitaria, es un devoto fiel de su anciano perro, cuida a su aún más anciana madre y mantiene una relación cordial con su ex esposa, Winfried también tiene una hija, pero desafortunadamente no la frecuenta.
Ines (Sandra Hüller) es la hija de Winfried, una exitosa mujer que radica en Bucarest y busca conseguir un mejor empleo en otro país. El éxito laboral le ha costado caro, pues pocos podrían argumentar que esa mujer tiene vida o que es feliz. Es todo lo contrario a su padre.
Tras la muerte de su perro, Winfried, decide hacer una visita sorpresa a su hija, pues le da la impresión de que ha perdido el humor en su vida, o tal vez, la soledad lo ha orillado a cobijarse en Ines porque las similitudes entre sus vidas son demasiadas aunque no sean aparentes.
Como dice la advertencia todo lo que cualquier persona pueda o no decir de Toni Erdmann no le hará justicia a la impactante obra de Maren Ade. Toni Erdmann es una comedia sobre la vida misma, pero a la vez es un intenso drama que reflexiona sobre las razones de nuestra propia existencia, de nuestra propia felicidad.
Las casi tres horas de duración no son suficientes para querer abandonar la sala, al comenzar los créditos finales deseas que hubiera más minutos de metraje pues el tiempo se ha pasado como agua.
Durante la primera etapa de Toni Erdmann conoceremos a los personajes, lo que hacen y dicen es poco en comparación con lo que callan. Después de pasar unos días con su hija y de hacerla pasar todo tipo de vergüenzas ante sus compañeros de trabajo y jefes, Winfried se va, pero deja en su lugar a su, aún más gracioso, alter ego Toni Erdmann, un coach, un hombre de negocios, lo que demande la situación para estar alrededor de su hija. Ocupa la simpática dentadura que ya mencione y una ridícula peluca que no hace más que enfatizar más la falsedad de su personaje, Ines se ve ¿obligada? A seguirle el juego pero nadie en su sano juicio continuaría con la burla que se orquesta sino fuera por convicción, convicción que Ines aparenta no tener conscientemente, pero muy en el fondo ve en esta nueva relación una forma de ser libre al fin.
Es imposible dejar de reír con las ocurrencias de Toni Erdmann, cada minuto de la cinta es refrescante, las acciones que vemos en pantalla son espontáneas, nadie sabe en qué lugar terminarán inclusive sabiendo que viene después, siempre será una sorpresa.
Peter Simonischek nos regala una de las actuaciones más cómicas del año. Dota a su personaje de una profundidad singular y nos permite ver a la persona que se oculta detrás de los dientes mientras conocemos sus intenciones más puras que trascienden cualquier risa superficial.
Sandra Hüller encarna uno de los personajes femeninos que tanta falta le hacen al cine, su papel de hija es tan real que hará que todas las personas que nos encontremos en una situación similar nos sintamos identificados a pesar de las singularidades que suponen los protagonistas.
Maren Ade nos demuestra que los alemanes también tienen sentido del humor y lo hace de una manera excelsa. Su relato es íntimo pero al mismo tiempo general, las emociones con las que juega no son ajenas, las vivimos día con día. La cinta sin duda hará que veamos de una manera diferente a todos los miembros de nuestra familia y aceptemos todos sus defectos, porque ellos aceptan los nuestros de la misma manera.
Ya entrados en la recta final de la película Hüller nos regala uno de los momentos más clarificadores del filme, se trata de una secuencia en la que Ines interpreta The Greatest Love Of All de Whitney Houston. La escena es hilarante pero a la vez devastadora, es trascendental en el viaje que viven los protagonistas, encierra la esencia de la cinta y la compacta en cuatro minutos que merecen una ovación de pie.
El tercer acto de Toni Erdmann es emocional y visceral cuyos últimos 20 minutos pasarán a la historia como algo que debe ser preservado y apreciado para la eternidad, un final digno de almacenar en la memoria por lo puro y verdadero que es, muchas veces el silencio y una mirada es todo lo que alguien necesita para decir cuánto ama a otra persona.
Toni Erdmann habla sobre la paternidad, habla sobre encontrarse a uno mismo, nos lanza preguntas todo el tiempo que nos cuestionan sobre nuestro actuar, sobre si realmente estamos viviendo. Nos habla sobre la vergüenza y sobre el amor, sobre la familia y su importancia, sobre como a veces ignoramos y nos olvidamos de aquellos que nos hicieron ser lo que somos hoy. Como dije antes nada de lo que pueda decir le hace justicia a Toni Erdmann.