“We live where we live and sometimes we have to fight with what we got…because there´s no other way.”
¿Cómo se manejan y se toman las decisiones más importantes de un país? Son sin duda los altos mandos los que de alguna forma determinan el rumbo que tomará su nación con simplemente acceder o negarse a algo, ¿Cómo se seleccionó a los altos mandos? ¿Elección popular? Es lo que “creemos” de buena fe, pero es evidente que los problemas de corrupción son los que han colocado muchas de las fichas en el tablero. Dicho problema no es exclusivo de los elevados niveles de los que hablaba, es algo cotidiano en el que gran parte de la población ha incurrido de una u otra manera, sí por más puristas que sean, no anden de persignados.
Cristian Mungiu es un experto en entregar radiografías sociales con situaciones cotidianas. Bacalaureat narra los intensos momentos que vive una Eliza (Maria-Victoria Dragus) una joven rumana en vísperas de su graduación de preparatoria, la situación familiar, la corrupción, la intensa transición que supone modificar por completo su realidad y un suceso que sin duda quebrará la fina balanza que mantenía su vida en paz nos dejarán explorar con detalle a la sociedad rumana, a la propia humanidad.
Eliza es una joven dedicada con la intención de irse a estudiar a la Universidad de Cambridge y obtener un mejor futuro. Nunca se nos clarifica si es un deseo propio o simplemente sigue los pasos que su padre Romeo (Adrian Titieni) considera son mejores para ella. Padre e hija viven en un mundo que solamente espera la partida de la segunda para desmoronarse, se encuentran en una frágil casa de papel que se ha roto desde hace tiempo, pero el primero se esmera en mantenerla en pie hasta el último momento. Magda (Lia Bugnar) es la esposa de Romeo y madre de Eliza y es una mujer distante, frágil, que sabe perfectamente que las cosas en su matrimonio terminaron hace años, de hecho su marido tiene una aventura con una maestra, mucho más joven, Sandra (Malina Manovici).
Una mañana Romeo se encuentra en la urgencia de ir a visitar a su amante y deja a su hija unas cuadras antes de llegar a la escuela. Eliza será atacada por un hombre que intenta violarla. Físicamente las heridas sanarán, pero emocionalmente la situación no será tan fácil. El evento no pudo pasar en peor momento, con los exámenes que determinarán el resto de su vida a la vuelta de la esquina la vida de Eliza será puesta de cabeza, shit happens… timing’s a bitch.
A lo largo de Bacalaureat conoceremos el conflicto al que Romeo se ve sometido, ha guiado su vida siempre por el lado correcto, pero ahora se ve en la necesidad de torcer un poco las reglas para que su plan salga a la perfección. Tendrá que tomar decisiones, que podría parecer poco trascendentales, que irán construyendo una cadena de favores, una cosa llevará a la otra y todos los principios que profesaba con tanta devoción serán derrumbados, arqueados y enrollados una y otra vez en un laberinto del que no se puede escapar.
Cristian Mungiu se ha convertido en referencia al momento de retratar a la sociedad rumana (a la humanidad en general), con Bacalaureat logra mostramos los juegos de poder que se dan en cualquier interacción social. El mundo en el que nos sumergimos está regido por hombres, son ellos los que toman las decisiones importantes y en ellos recae la responsabilidad de decidir el rumbo a seguir, las mujeres siempre estarán delimitadas por la decisión de los hombres a su alrededor, deben esperar a la última palabra del líder. Tristemente seguimos viviendo en un mundo en el que la equidad es un tema que no se ha logrado concretar y Mungiu lo expone de una manera soberbia, el poder sigue siendo de los hombres, lo demás es pura habladuría.
La corrupción y el nepotismo son solamente algunos de los temas que expone la película, mismos que, como dije al inicio, son viejos conocidos para los espectadores. Es un relato exquisito sobre el peso que tienen las decisiones, nuestros principios y como al final la cuenta siempre llega para todos, lista para patearnos el trasero por nuestras acciones…karma is a bitch!
No hay principio y no hay final, Mungiu entrega una cinta furiosa y desagradable. Nos adentramos en nuestra propia capacidad de decisión ¿Nuestra vida está determinada desde el momento en que nacemos? ¿Qué o quién nos hace ser lo que somos hoy? Lentamente los dilemas morales de los personajes comienzan a tomar forma, una forma escalofriante y aterradora por lo cruda y real que es.
Bacalaureat da todos los pasos correctos, Mungiu nos tiene justo donde él quiere a cada momento. Los personajes del relato son de carne y hueso y las decisiones que toman las hacen con convicción de conseguir siempre un beneficio mayor, aunque eso los comprometa de maneras insospechables. Romeo no es alguien por quien sintamos empatía, sin embargo logramos comprender su situación. Mungiu no nos otorga el lugar de jueces, solo de observadores, somos humanos observando a otros humanos y es por eso que el entendimiento surge con naturalidad.
Pocos dramas logran mostrar la austeridad humana con tanto aplomo. Es increíble como nuestra propia realidad puede seguir siendo tan sorprendente, tan ajena, tan detestable. Bacalaureat es calculadora y fría como los humanos que vemos en pantalla, como nuestra propia sociedad.