“No rules, no more secrets.”
En 2015 el fenómeno de la ¿literatura erótica? fue llevado a la pantalla grande. 50 Shades of Grey intrigaba por la forma en que adaptarían la obra, en concreto las partes sobre bondage y otros fetiches sexuales que ¿elevaron la temperatura? de los lectores. El también llamado Twilight sin censura causó revuelo, pero se apagó al instante al ver los resultados logrados con su cinta, pero los fans querían más, ¿necesitaban más? y es por eso que la segunda parte se hizo presente.
50 Shades Darker retoma la historia de ¿amor? del adinerado y sexy Christian Grey (Jamie Dornan) y la distraída e ingenua Anastasia Steele (Dakota Johnson) justo donde los habíamos dejado. Ana no quería formar parte de la vida de Christian ya que era muy intensa para ella, pero el siempre obsesivo magnate va tras su mujer para intentar reconquistarla e iniciar una nueva relación “vainilla”. Todos lo veíamos venir y no es un misterio para nadie que, obviamente, la señorita Steele caería de nuevo ante los brazos del señor Grey y que, posiblemente, estaría dispuesta a aceptar el ya clásico pégame pero no me dejes de una manera muy literal.
La cinta inicia con un montaje de la infancia de Christian, mismo que intenta revelar los misterios de algunas de sus 50 sombras y no, el hecho de que se encuentre filmado con tonalidades grises no las hace más obscuras. A lo largo de la película la historia llevará a su protagonista a descubrir más sobre su enamorado; por ejemplo: conocerá a la terrible Mrs. Robinson (Kim Basinger) quien introdujo a Christian al mundo de intensidad sexual que vive.
El guión no otorga suficiente material para lograr entregar una historia que convenza a la mayoría de querer aguantar las poco más de dos horas de duración de la cinta. No habrá mucha emoción, ni giros sorprendentes, las sombras no son tan obscuras, tal vez ni siquiera a sombras lleguen. Se prometía una secuela que superaría a su antecesora, o que al menos sería mucho más provocativa, en cambio obtenemos algo mucho menos interesante de lo esperado.
James Foley desaprovecha toda oportunidad que el cine le pude brindar a su película. La narrativa tiene problemas desde el comienzo y eso se debe, en gran parte, al poco cuidado que se tuvo al momento de hacer la edición de la cinta, a la pobre continuación lograda y a las subtramas mal desarrolladas. El director orquesta un producto que se asemeja más a una telenovela barata que a una producción cinematográfica, cualquiera que ésta sea, tristemente es visualmente plana y argumentalmente llana.
Para tratarse de la adaptación de una novela erótica, 50 Shades Darker tiene muy pocas escenas sexuales, sin embargo son mucho mejor logradas que las de 50 Shades of Grey, o al menos ya no se sienten tan forzadas como antes. Cuando Dornan y Johnson tienen más libertad y se despegan un poco del guión es cuando la cinta alcanza sus mejores momentos.
Jamie Dornan sigue sin parecer encontrarse en el papel de Christian Grey, sin embargo la forma en que se mueve muestra mucha más confianza y comodidad con lo que hace. Sabemos que Dakota Johnson tiene un gran talento y en 50 Shades Darker la actriz intenta a toda costa sacar el barco a flote y eso se agradece, pero sus esfuerzos no dan los resultados esperados. La química de la pareja sigue sin ser convincente, pero se nota una diferencia positiva inmensa.
50 Shades Darker se pierde en las sombras, no logra provocar ni seducir. Irónicamente tiene sus mejores momentos cuando se liberan las cadenas y encuentra sus mayores limitaciones cuando se encuentra amarrada. Sabemos que habrá una obligatoria tercera entrega (se puede ver el avance al terminar la cinta) y solamente nos queda esperar que sea más suelta y que se diviertan un poco más, sabemos que a ambos les gusta 😉
Castígame, sé que me he portado mal
Diviértete, sé que gozas y me gusta.