“You only have to forgive once. To resent, you have to do it all day, every day.”
La alejada isla Janus es un lugar al que los hombres van a estar solos, la mayoría decide llevar a sus esposas e hijos para combatir la soledad, pero el trabajo de guardián del faro es una responsabilidad enorme. Estar alejados de la sociedad no es algo que cualquier persona pueda tolerar, razón por la cual el trabajo se encuentra disponible con regularidad, esperando a aquél que tenga el coraje suficiente de convertirse en el guía entre dos océanos.
Tom (Michael Fassbender) tiene mucho en que pensar tras regresar de un tiempo en la guerra y decide que el trabajo de guardián del faro es justo lo que necesita. Antes de partir conoce a una joven mujer, Isabel (Alicia Vikander), de quien se enamorará y con la que eventualmente contraerá matrimonio. La pareja vivirá felizmente en su isla, solamente les hace falta algo para completar su familia y eso es un hijo, desafortunadamente Isabel tendrá complicaciones para dar a luz y eso la dejará con una profunda tristeza, pero nadie sabe lo que lleva el mar y una pequeña bebé encallará en sus playas brindando la anhelada alegría. Lo que es felicidad para unos es una profunda pena para otros y Tom tendrá eso en la cabeza desde el momento en que vio a su esposa sonreír mientras cargaba a s u nueva hija.
Derek Cianfrance dirige y escribe The light between oceans basada en la exitosa novela homónima de M.L. Stedman. La cinta invita, a través de imágenes y promocionales, muy a la Nicholas Sparks, a los más asiduos fans del romanticismo a acercarse para disfrutar de una buena dosis de amor, pero no cometamos errores esto sigue siendo una película de Cianfrance en toda la extensión de la palabra.
Adam Arkapaw es el encargado de la fotografía y realiza un trabajo deslumbrante. Las tomas abiertas vislumbran un halo esperanzador que se refleja en cada atardecer que se postra sobre el imponente océano que se extiende con un infinito azul frente a nosotros. Cada imagen es un reflejo del intenso conflicto emocional de Tom y logra darle vida al dolor que siente el protagonista de una manera hermosamente visceral.
La primera mitad de Oceans es sin duda una de ensueño, en la que los colores y bellos paisajes adornan de una elegante y clásica forma la pantalla, un espectáculo que enternece el corazón, a esto le sumamos el absurdo carisma de la hija de la pareja que es simplemente adorable. La segunda parte es una historia totalmente distinta, es una eterna agonía en la que será imposible encontrar la luz en medio de la tempestad, la esperanza en el océano.
Durante el conflicto melodramático de la película, la cámara se acercará de manera implacable a los personajes, estaremos cara a cara (literal) con los protagonistas, con la intención, por momentos fallida, de generar cercanía e intimidad con ellos. Con tan poca distancia de por medio se puede apreciar cada mueca de dolor y lágrimas que corren sin parar por el rostro de Vikander, hasta el punto de ser demasiado intrusivo y perder el efecto.
Michael Fassbender vuelve a dar una interpretación suprema, su rostro refleja el temor que siente de perder todo lo bueno que ha tenido en la vida, pero también logra, con un delicado pero cautivador movimiento en sus labios para esbozar una sonrisa, demostrar todo el amor del mundo por las mujeres que ahora ocupan sus pensamientos. Por su parte Alicia Vikander continúa con actuaciones poderosas en las que todos sus movimientos se observan con naturalidad y la devastación de su Isabel se encuentra impregnada en su piel a cada paso que da. Rachel Weisz tiene un papel fundamental en la segunda mitad de la cinta y la actriz sigue deleitándonos con impresionantes papeles secundarios en los que parece brillar sin necesidad de esforzarse.
Alexandre Desplat nos regala otra inmaculada banda sonora que acompaña de manera soberbia a la película. Desplat encierra en cada nota toda la desesperación y tristeza del mundo, por momentos la música es demasiado intensa al combinarse con las imágenes dando como resultado una devastación total para la que no se puede estar preparado jamás.
Cianfrance es uno de los directores que mejor comprende la naturaleza empática del ser humano y es esa una de las constantes en su filmografía. La pérdida y el sentimiento de desolación siguen teniendo una importante presencia en cada uno de sus imperfectos personajes que deambulan con los ojos cerrados y el corazón en la mano a través de las más desgarradoras historias.
The light between oceans nos muestra dos extremos emocionales que se encuentran creando un cataclismo en los involucrados, la tormenta no parece cesar en ningún momento, pero la presencia de un faro que alumbra y guía a los barcos (y a las personas) es la única luz de esperanza que muchos tienen y a la que se aferran con todas sus fuerzas, es un descubrimiento de que muchas veces ese faro tiene nombre y apellido pero no le queda más que mantenerse en pie hasta que la lluvia termine y llegue el perdón.