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La guerra forma parte fundamental de la historia del ser humano, desde tiempos ancestrales el conflicto entre dos o más partes ha sido resuelto de la manera fácil: la violencia. Son estos enfrentamientos los que tristemente nos caracterizan y forma parte de la destrucción de las características que nos humanizan y nos identifican como personas.
Una de las mentes más geniales trabajando actualmente en la industria audiovisual es sin duda Christopher Nolan, un hombre con gustos ostentosos por las bondades de las nuevas tecnologías y con una maestría sinigual para contar historias únicas que ahondan en sus obsesiones, en nuestros miedos dando un sentido de realidad y acercamiento que da escalofríos.
Dunkirk es la grata aportación que Nolan le hace al género bélico y en ella se aleja de absolutamente todo lo que los grandes había hecho antes, es un espectáculo sin precedentes que ataca los sentidos y nos sumerge en la más intensa de las luchas: la batalla por sobrevivir. Situada en el corazón de la segunda guerra mundial, la cinta cuenta de manera excepcional una de las derrotas más agridulces que tuvo el grupo de los aliados; tras ser derrotados por el ejército alemán un grupo de soldados ingleses, franceses y belgas quedan atrapados en Dunkirk sin una aparente escapatoria, el enemigo los ha encerrado y los orilla al mar para acabar con ellos bloqueando cualquier ruta de escape.
El filme se divide en tres líneas narrativas perfectamente divididas que convergen de manera brutal. La primera es la tierra en la que un grupo de soldados que esperan con ansías a alguna embarcación que los saqué de ahí, nos centraremos en Tommy (Fionn Whitehead) quien, como cualquier otro cabo en esa playa, está dispuesto a todo para salir y evitar su fatídico destino. La segunda es el aire en la que un grupo de pilotos ingleses intentarán proteger a las embarcaciones de los ataque aéreos, nuestros guías serán Collins y Farrier (Jack Lowden y Tom Hardy respectivamente). Y la tercera es el mar, aquí nos embarcamos con Mr. Dawson (Mark Rylance), su hijo Peter (Tom Glynn-Carney) y el joven George (Barry Keoghan) quienes han respondido al llamado de Churchill de tomar sus barcos e ir en apoyo de las tropas.
Cada parte de la historia tiene su propia temporalidad para contar el mismo suceso. Los hechos que ocurren en la isla tienen una duración de una semana, los del aire de una hora y los del mar un día. Lo que pudo haber sido un intenso desastre se teje de manera soberbia para mostrar el mismo hecho desde diferentes perspectivas y el momento en el que colisionan es sorprendente, Nolan juega con tremendo gozo con los tiempos y las emociones, el director no permite que la duración de los eventos que muestra sean una limitante o que carezcan de emoción, todos los elementos se encuentran articulados de una manera precisa y perfecta para dotar de organicidad un relato que no te permite siquiera parpadear.
Christopher Nolan le da una patada en el trasero a todos aquellos que gustan de descargar películas para disfrutar en sus dispositivos móviles al filmar con cámaras IMAX más del 70% de la cinta y el resto con gloriosos 70 mm y 35 mm, convirtiendo en una verdadera obligación disfrutar de su película en la pantalla más grande que se pueda encontrar. El director tomó la decisión de mantener el mismo formato en todo momento, las batallas y los encuentros más íntimos se encuentran filmados de la misma manera provocando que no tengamos ningún momento de descanso del intenso thriller del que ahora formamos parte, la inmersión es tal que nos convertimos en un soldado más que se encuentra expectante ante cualquier ataque, somos el segundo pasajero en el pequeño avión de Hardy o nos dirigimos acelerados hacia el campo de batalla en un barco de fin de semana para intentar salvar a alguien, nunca nos quedamos fuera.
Desde el comienzo el enemigo permanece oculto, de hecho nunca vemos el rostro de los alemanes y la leyenda que nos introduce al relato se niega a llamarlos por su nacionalidad, se trata de un oponente sigiloso y mortal, uno que funciona a la perfección para el estilo que demandamos en el S.XXI. Tal vez no conocemos la cara del antagonista, pero su presencia nunca nos abandona, los estragos de su feroz ataque nos rodean, las balas nos pasan rozando y estallan en la débil pared que ocupamos para cubrirnos, protagonizamos una persecución frenética y mortal que eleva los latidos de nuestro corazón con cada cuadro.
Nolan hace gala de su inmenso talento y desenvuelve ante nuestros ojos una serie de imágenes que brillan por su belleza e impactan por su realidad, el trabajo siempre acertado del cinefotógrafo Hoyte van Hoytema, cada fotograma es brillante y en se puede encontrar en ellos toda la desesperanza y la angustia que abunda en un mundo lleno de desolación.
Dunkirk no es solamente un espectáculo visual deslumbrante, es una historia que muestra las batallas internas de los humanos que viven en guerra dentro y fuera de su ser, cada uno de los personajes que conocemos analiza el panorama y sus opciones, toma decisiones y afronta las consecuencias. Nolan nos muestra que todavía es posible encontrar dejos de humanidad aún rodeado por un mar de desesperanza. El relato brilla por la elocuencia de sus silencios y el poder de la solidaridad y el sentido de empatía que despierta en nosotros al enfrentarnos a los entornos más adversos, no todo está perdido y eso se demuestra cuando toda una nación se une para rescatar a alguien que lo ha dejado todo por ellos ¿de qué forma lo hacen? pagando con la misma moneda, abandonando todo para traer a todos los soldados a casa.
La carencia de diálogos que caracteriza a Dunkirk se convierte en un reto para los histriones, quienes tendrán que hacer uso de cada parte de su cuerpo en su interpretación y los resultados sobrepasan lo esperado. El genial Tom Hardy brilla, a pesar de todas la limitaciones de espacio y de vestuario que tiene, el actor logra tenernos al filo de la butaca solamente con sus ojos y la parte de debajo de su frente, es un delito no mencionar que Hardy es uno de los mejores en lo que hace y que siempre explora nuevos límites corporales y estilísticos con cada papel que elige. Por supuesto que el talento de Mark Rylance es evidente y aporta un importante peso al dramatismo de la cinta, de igual forma el tremendo Cillian Murphy brinda una interpretación desgarradora y desolada, su mirada transmite angustia como aquel que sabe que su vida jamás volverá a ser la misma.
El nuevo talento se encuentra más que a la altura Fionn Whitehead se luce con un demandante rol que transita por la desesperación y el anhelo con una facilidad impresionante. Y para todos aquellos que dudábamos del potencial de la estrella de pop Harry Styles solamente puedo decir, hemos sido hombres de poca fe, pues el cantante deslumbra con un talento que no sabíamos que tenía dentro de él.
El incesante tik tok del reloj se encuentra siempre presente, es una carrera contra el tiempo, una en la que perder significa la muerte y nunca olvidamos el correr de las manecillas del reloj gracias el imponente score que Hans Zimmer nos regala, el ritmo y la precisión que maneja son impresionantes, cada nota se encuentra viva, cada acorde encierra la crónica de una muerte anunciada que nos persigue sin cesar. Zimmer realiza uno de sus trabajos más puros al componer la banda sonora de Dunkirk y eso ya es decir mucho, pues estamos hablando de uno de los genios musicales más notables de nuestros tiempos.
El añorado regreso a casa nunca supuso tanta ansiedad y felicidad al mismo tiempo y esa es precisamente otra de las guerras que se libra en las mentes de los soldados que se encuentran en la playa, pero para aquellos que ponen sus vidas en peligro para rescatarlos no hay duda de que están rescatando a sus héroes. Nos enfrentamos a un ejercicio que nos acerca de manera precipitante a una realidad virtual asombrosa, inclusive logra ir más allá, pues el sentido homenaje que compone Nolan es uno tan fuerte y latente que se siente en nuestros corazones.
No hay elementos que sobren o falten en Dunkirk, la cinta se encuentra compuesta de una manera tan económica y precisa que deja satisfecho a todo el que se enfrenta a ella. A pesar de ser una película bélica no observamos casi ningún rastro de sangre, y es que no es necesario, pues la violencia nunca nos abandona, no es necesario mostrar decapitados para comprender las implicaciones que supone una guerra.
¿Es acaso Dunkirk la mejor cinta de Christopher Nolan? Es difícil de responder, pues el director parece no tener talón de Aquiles, cada una de sus películas es singular y personal y estamos hablando de uno de los cineastas más influyentes de este siglo, uno que nos demostró que se pueden entregar blockbusters con calidad inmaculada y narrativas complejas que sean atractivas para todo público. Dunkirk supone un acercamiento único a un género que no ha tenido ninguna renovación en años hasta este momento, Nolan lo hizo de nuevo cambió las reglas del juego y no podemos estar más agradecidos por ello.