“But, ah, the gays, the gays… we mustn’t upset the straights. Shh. Watch out. Straights are coming.”
Un viernes por la noche Russell se alista para salir, se empeña en su arreglo y toma camino. Llega a la casa de su mejor amigo Jaime, ahí se han dado cita algunos conocidos para cenar y tomar un trago. El rostro de Russell denota el incómodo sentimiento de encontrarse en una reunión pero no sentirse parte de la misma. Como respuesta al malestar, sale de ahí y se dirige a un bar, ya en el recinto comienza la atropellada búsqueda por conseguir a alguien para irse de ahí. A la mañana siguiente, ya en su departamento, le prepara café al extraño con quien pasó la noche.
Andrew Haigh dirige Weekend una película que nos mostrará la relación relámpago entre dos hombres, lo que tenía que ser un one night-stand se convertirá en un viaje de descubrimiento en el que ambos deberán afrontar sus verdaderos sentimientos en el lapso de un fin de semana.
Russell (Tom Cullen) es un hombre que gusta de tener cosas viejas, cosas que tengan una historia previa sin importar si combinan o no con el resto de sus pertenencias, es reservado y prefiere mantener su vida personal en privado, no comparte sus sentimientos en torno al amor ni siquiera con su mejor amigo de toda la vida, por otro lado nos encontramos con Glen (Chris New) quien dice fuerte y claro lo que siente, está dispuesto a entrar en disputas y acalorados debates sobre la homosexualidad con cualquier persona que lo cuestione, es un artista que entrevista a los hombres con los que tiene relaciones sexuales sobre su experiencia y sentir después de tener un encuentro tan íntimo con un desconocido. Son dos polos opuestos que se atraen con fuerza, como si uno complementara al otro.
El relato escrito por Haigh tiene caducidad desde el comienzo de la historia, limita a sus personajes con una temporalidad aplastante. Una vez que los dos hombres congenian y la atracción e intención de tener algo más que sexo, Glen revela que se irá a Estados Unidos a estudiar con la idea de no volver. La noticia es devastadora para ambos, saben que tienen frente a ellos una oportunidad que tal vez no se vuelva a repetir.
En el fin de semana que pasan juntos, Russell y Glen, realmente llegan a conocerse de una manera que pocas parejas o amigos pueden presumir. Las múltiples charlas que comparten los llevan a terrenos sensibles, lugares que no comparten abiertamente con el mundo. Weekend es un retrato fiel del amor moderno, con todos sus defectos y colores, es una fotografía viva de las relaciones humanas.
Glen comparte su perspectiva sobre el mundo, una en la que la heterosexualidad acepta (tolera) a la homosexualidad, es muy fácil decir que se apoya a la diversidad sexual pero dicha declaración se pone a prueba cuando se enfrentan a una pareja de dos hombres o mujeres que se besan, o simplemente caminan de la mano en un lugar que no es “de ambiente”, ese simple hecho es suficiente para enfurecer a las masas y tachar a las parejas de inmorales y eso es lo mínimo, pero ¿qué no vivimos en una civilización que busca dar los mismos derechos y oportunidades a todos? Es evidente que no.
La opresión de la que habla Glen se ve no solamente en el discurso sino también en la sociedad que los rodea, las personas no toleran ver las muestras de afecto en público, las burlas y los insultos no se hacen esperar al presenciarlas, la misma ciudad parece estar en constante guardia con las cámaras que ven y archivan las acciones de todo aquel desafortunado que cae ante sus ojos.
La elocuencia con la que Andrew Haigh narra solamente se equipara con la elegancia de su trabajo atrás de la cámara. No solamente nos entrega un trabajo estilístico sobresaliente, sino que aporta una perspectiva diferente de las necesidades de amor y la condición humana, Haigh comprende el sentimiento y la posición de la homosexualidad en nuestros días y ese factor le ayuda a la cinta para consolidarse como un relato honesto y congruente.
En Weekend el amor no se encuentra determinado por los tiempos convencionales de las relaciones, somos testigos de la magia que viven estos dos hombres en su breve encuentro, lo que, quizás, muchas parejas con más de cincuenta años de casados jamás pudieron descubrir en el otro es lo que Glen y Russell viven con poco más de 48 de conocerse, forman el más especial de los vínculos y el sentimiento de amor más puro que las imágenes permiten ver, además de contar con la más hermosa declaración de una persona al “salir del clóset”.
Como se mencionó anteriormente, la historia tenía una fecha y hora determinadas para su conclusión. La última conversación entre los protagonistas (como lo fuera en Lost in Translation) pasará a la posteridad como uno de los secretos compartidos más intensos que nos han contado, a pesar de no conocer la totalidad del mensaje.
Weekend nos lleva de la mano por los tiempos del amor, anacrónicos y únicos para cada persona. Exploramos, con una brutal intensidad, la intimidad y las relaciones de pareja. El final de lo que nos acontece no es siempre como lo planeamos (y mucho menos como lo queremos), eso no quiere decir que carezca de felicidad, la alegría se vive en el camino, la perfección se encuentra en el beso de despedida.