“It’s our mission that doesn’t make sense, sir.”
La vida en otros planetas siempre nos ha parecido un hecho fascinante, múltiples mentes creativas se han adentrado en los terrenos de la ciencia ficción para entregarnos nuevos discursos sobre la vida en las estrellas. Con el paso de los años la tecnología le ha otorgado a estos visionarios las herramientas necesarias para poder desarrollar nuevas comunidades que comparten el universo con los humanos.
Luc Besson presenta su más reciente cinta y su regreso al espacio exterior Valerian and the City of a Thousand Planets basado en la novela gráfica homónima. Besson obtuvo una cantidad descomunal de presupuesto para crear nuevos mundos, un sinfín de distintos habitantes y darle a cada elemento un cuidado excesivo de detalle y personalidad propia.
Space Oddity en la voz incomparable de David Bowie abre el montaje obligado que describe la forma en que los humanos crearon Alpha, una estación de cooperación interestelar que unió al mundo y con el pasar de los años se convirtió en una base de encuentro intergaláctico que unió a diversas especies del universo para colaborar y vivir en armonía, Alpha ya no parece un nombre apropiado, así que se le llamará la Ciudad de los Mil Planetas.
Posteriormente conoceremos a una especie alucinante, entes de un azul brillante que viven en un paradisíaco planeta que es (Spoiler!) posteriormente destruido. Tras observar el fatídico suceso viajaremos en el tiempo y en el espacio hasta conocer a nuestros protagonistas Valerian (Dane DeHaan) y Laureline (Cara Delevingne) dos agentes que deben recuperar un pequeño ser de un gigantesco mercado y llevarlo a Alpha con sus superiores.
Los primeros 30 (tal vez menos) minutos de Valerian son entretenidos, Besson orquesta una secuencia de acción dinámica en un escenario que se moldea de la nada con cada cuadro, las dimensiones que observamos son distintas para los protagonistas, pero sus acciones son simultáneas. La cinta prometía ser épica tras su inicio, sin embargo solamente fue una promesa que nunca llegó.
Las imágenes que observamos en pantalla son asombrosas en todo momento, es imposible captar detalle de todo que sucede en cada cuadro por la saturación de elementos visuales que los componen. El director ha creado un universo asombroso que deja maravillado por la calidad de sus componentes, es sin duda un espectáculo que dejaría boquiabierto al mismísimo James Cameron.
Los colores son intensos y nos hacen voltear a ver cada nuevo elemento que salta ante nuestros ojos mientras otros cientos van desapareciendo en el olvido. Los personajes corren con la misma suerte, muchas personalidades desfilan por la pantalla, sin embargo es difícil distinguir su presencia después o siquiera comprender las razones de su aparición.
Valerian se concentra tanto en lo visual que olvida por completo la narrativa, y siendo sinceros nosotros también, pues hay demasiados hilos que nos dejan de aparecer y se conectan a los protagonistas haciendo una madeja que solamente va creciendo, pero no de una manera uniforme y que al final no sabemos por dónde empezar a desenredar.
Con la historia arrojada por la borda desde el comienzo lo menos que podíamos esperar era que el talento de los actores salvara el filme, suceso que tampoco ocurre. Dane DeHaan entrega un héroe adolescente aburrido, incluso fastidioso, uno que posee todas las características del cliché de macho de cine encapsuladas bajo una playera hawaiana, DeHaan no aporta nada a su personaje que ya pecaba de hastió desde antes de que él llegara. Cara Delevingne ha sido tratada como una joven promesa desde hace un par de años, sin embargo es difícil creerle a quien quiera que lo haya pensado al ver su desempeño en su corta filmografía, la modelo no logra resaltar y al final termina siendo otra damisela en peligro.
Una de las aventuraras paralelas a la historia central es protagonizada por Rihanna en el papel de Bubble y los escasos diez minutos que le dan a Ri Ri compiten por ser los más graciosos de la cinta (¡y no estoy bromeando!). El tiempo es algo que tampoco ayuda a Valerian, sus casi 2 horas con veinte minutos son demasiadas para una premisa tan corta, no ayuda el hecho de que las manecillas del reloj parecen ir mucho más despacio en Alpha convirtiéndola en la Ciudad de las Mil Horas, uno puede pensar con facilidad que ha pasado el doble de tiempo en la sala de cine viendo un espectáculo que parece no tener fin.
Valerian and the City of a Thousand Planets será recordada sin duda por el tremendo trabajo visual que construyó, desafortunadamente el resto de su inversión es materia desechable que pasará con facilidad al olvido.