“All tears flow from the same source.”
Tras importantes y trascendentales cambios en la política estadounidense la realidad latinoamericana se ha visto afectada. La era Trump supone una barrera que, a través de discriminación e intolerancia, pone en un comprometedor lugar a nuestra integridad.
Beatriz at dinner es la primera cinta que se aboca a denunciar esta nueva realidad en la pantalla grande tras los sucesos mencionados. Beatriz (Salma Hayek) es una mujer mexicana que se dedica a brindar terapia física y un tanto espiritual a pacientes con cáncer en un centro de salud de Estados Unidos. Beatriz asiste a casa de una de sus pacientes para dar un masaje a un miembro de su familia, pero un desafortunado incidente la obligará a quedarse en la mansión durante una cena por demás incómoda.
Miguel Arteta nos muestra la vida de Beatriz, una mujer que disfruta de las cosas simples de la vida y la contrapone con un mundo de lujos, uno en el que se siente totalmente ajena, uno que la desprecia de una manera cruel, la toleran porque no hay nadie que haga su trabajo, pero es evidente que preferían estar sin ella en sus vidas.
Durante la serie de encuentros entre la protagonista y los asistentes a la cena observaremos con lujo de detalle las reacciones que cada uno tiene ante la presencia de Beatriz, se trata de una intrusa, no solamente en la cena, sino en sus vidas, en su mundo y, a pesar de que nunca se le ofende o rechaza abiertamente, las actitudes y la forma en que se desenvuelven son más que suficientes para hacerle notar que no encaja, las palabras no son necesarias para herir a alguien de una manera profunda.
A lo largo del evento también se darán a conocer las transgresiones que cada uno de los comensales realiza en su día a día en contra de la sociedad y el medio ambiente, se trata claramente de seres humanos a los que no les interesan en lo más mínimo el resto de las personas, el egocentrismo que se muestra es abrumador.
Beatriz at dinner responde con gracia a su quid central, pero agrega otros elementos narrativos que entorpecen el desarrollo de la cinta y que no logra responder por completo, dejando cabos sueltos que no terminan de convencer al momento de alcanzar la conclusión del filme. El relato posee un potencial increíble, pero no lo explota en la dirección correcta.
Nos enfrentamos a una película de ensamble y afortunadamente el cast fue bastante acertado, John Lithgow es, como siempre, un pilar para la historia, pero la que estrella del espectáculo es Salma Hayek, la mexicana no solamente comprende la situación de su personaje, sino que la vive y la transforma en una denuncia de una manera brillante. Tas su apacible rostro es posible reconocer todo el enojo que se encierra y la forma en que se canaliza, sus ojos son un espejo a la profunda tristeza que solamente un latino podría sentir al enfrentarse a esta situación, Hayek entrega el papel de su carrera sin duda alguna.
Cada momento de la cinta nos lleva a una conclusión impactante, Beatriz at dinner podrá no trascender como película, pero su discurso definitivamente se quedará en nuestra memoria, Arteta y Hayek han abierto una puerta en un inmenso muro, dependerá de otras voces el no dejar que se cierre.