“If you only knew how little I know about the things that matter.”
Cuando la pregunta de ¿Qué libros han marcado tu vida? Sale al aire mi respuesta suele bastante clara y la obra que encabeza la lista desde hace unos años es Call Me By Your Name de André Aciman. Al momento de saber que el talentoso director italiano Luca Guadagnino dirigiría una adaptación cinematográfica de ese libro sentí una intensa emoción que no se comparó en nada con la brutal sensación que me hizo sentir la primera vez que la vi, nos encontramos ante uno de los trabajos fílmicos más personales y únicos del S. XXI.
Elio (Timothée Chalamet) pasa sus vacaciones con sus padres en algún hermoso pueblo de Italia, cada verano su casa recibe un invitado que va a trabajar con su padre en alguna investigación, en 1983 ese huésped fue Oliver (Armie Hammer), un encantador estadounidense que cautiva de inmediato a Elio.
Desde la definición del tiempo sabemos dos cosas: una relación entre dos personas del mismo sexo es un acto inconcebible y la estancia de Oliver tiene fecha de caducidad desde antes de poner un pie en la hermosa casa de verano. La obra literaria y la cinta se encuentran plagadas de una intensa carga de elementos artísticos que endulzan todos los sentidos y te adentran en un mundo único.
Call Me By Your Name se toma su tiempo, nos da la oportunidad de conocer los terrenos que pisamos y de adentrarnos en las mentes de los personajes a los que acompañamos. Guadagnino orquesta una sensual danza entre sus protagonistas, no observamos mera carnalidad y deseo desenfrenado, atestiguamos el enamoramiento más puro que pueda existir, claro que Elio y Oliver sienten atracción física, pero su conexión va mucho más allá, es emocional, ambos se admiran de maneras inimaginables en todos los sentidos, comparten un mismo cuerpo, una misma voz, un mismo nombre.
Guadagnino culmina su, autodenominada, trilogía del deseo de una manera sumamente personal, la experiencia trasciende la pantalla con una facilidad natural, crecer y enamorarse forma parte fundamental de la vida de todo ser humano y esas experiencias son captadas con profunda sutileza a través de la cámara del italiano.
James Ivory y Walter Fasso se toman sus libertades al momento de adaptar la historia, sin embargo, la esencia de las palabras Aciman aparece en cada cuadro. El director y los guionistas no pierden oportunidad de dar numerosos guiños a aquellos que conocen la obra literaria dentro de la cinta, movie star, los pies, los trajes de baño y hasta la forma de partir un huevo en el desayuno hacen que te sientas familiarizado de inmediato con la película, es como visitar de nuevo un mundo que te hizo sentir cosas maravillosas y ver que el tiempo ha pasado, pero que todo sigue igual que la última vez que estuviste ahí.
El mundo que el equipo de producción ha creado nos permite entrar en una burbuja atemporal en la que nos gustaría estar por siempre, es como haber encontrado nuestro propio paraíso. Sayombhu Mukdeeprom captura en la cinefotografía momentos únicos y demuestra su exquisita habilidad en numerosas secuencias en las que la delicadeza es crucial para comprender mejor el momento. Mukdeeprom y Guadagnino filman de manera sublime la forma en que Elio revela sus sentimientos a Oliver, el compás de los cuerpos se mueve con la cámara que no se concentra en los rostros, sino en todo el ser de los protagonistas y la forma en que sus formas físicas se atraen con naturalidad.
Mucho se hablará de un par de escenas de Call Me By Your Name. La primera involucra a un durazno y en ella el simbolismo y la manera en que los protagonistas reaccionan a las acciones de su contrario dejan ver el verdadero sentido y alma de la historia, una vez más se nos demuestra que la sensualidad tiene muchas formas y que la carnal no es la única. La segunda involucra a Elio y su padre (Michael Struhlbarg) y la hermosa forma en que este último se abre con su hijo para explicarle que todo estará bien con su familia y con él mismo mientras abrace su verdadera identidad y sentimientos, la secuencia es sumamente emocional y su efecto en nosotros es inmediato.
El diseño sonoro es hipnótico, cada pieza que conforma el soundtrack de la cinta es preciso, se trata de una confabulación perfecta entre imagen y sonido que le da vida al concepto más puro de amor. Sufjan Stevens compone dos canciones originales para el filme, la primera Mystery of Love se convierte en tema recurrente de Call Me By Your Name, mientras que la segunda, Visions of Gideon, nos guía por la devastación de un momento crucial. En la banda sonora también suenan The Psychedelic Furscon Love My Way cuyos acordes me recordarán por siempre la genialidad de Armie Hammer bailando sin preocupaciones.
Timothée Chalamet es una mina de oro, el joven actor capta con originalidad las emociones de su personaje y las enriquece con su incertidumbre y su vitalidad. Chalamet también baile y sus pasos tampoco serán olvidados jamás. Su cuerpo reacciona de manera orgánica a las acciones que Elio hace, es un adolescente cuya confusión es palpable en todo momento.
Armie Hammer se entrega por completo a Oliver, la impecabilidad con la que moldea a su personaje es envolvente, el encanto natural que posee nos atrapa desde el primer minuto y gracias a eso le damos el derecho de escuchar su historia a la para que la de Elio, roba cámara y seduce con su poderosa voz mientras lee fragmentos de un libro de filosofía o dice las más suaves y hermosas palabras.
Guadagnino logra con maestría crear una de las historias de amor más perfectas que se hayan filmado, la pureza con la que se entrega al relato no tiene precedentes, vaya ¡hasta es revolucionario! El director logra hacer el mejor retrato de la homosexualidad que se haya visto en la historia del séptimo arte y lo logra gracias al acercamiento tan normal y natural que tiene con sus personajes, justo como debería de ser siempre en la ficción y en la realidad.
Call Me By Your Name muestra la intimidad y devastación que puede suponer el enamoramiento de una manera tan real y brutal que lo sentimos en carne viva. No hay nada que se haya realizado que pueda estar a este nivel, mejor imposible.