“Aquí sigo…sudando vida.”
Max. La diosa del asfalto.
La competencia oficial de largometrajes, tanto documentales como ficciones, del Festival Internacional de Cine de Morelia siempre está compuesta por una cuidadosa selección de lo mejor del cine mexicano. El festival es una plataforma enorme para que tanto cineastas como audiencia dialoguen sobre las nuevas narrativas e historias que se cuentan a través de las imágenes; es un escaparate fundamental para el cine mexicano de manera nacional como internacional. Estas selecciones, junto con las de cortometraje comprenden el corazón de este gran evento.
Este año la competencia oficial estuvo integrada por nueve largometrajes de ficción y nueve documentales. En esta segunda entrega comentaremos cuatro de estas películas que el festival nos ofrece en su catálogo.
Carlos Cuarón presenta su nuevo largometraje Amalgama, el cual cuenta con un multiestelar reparto encabezado por Miguel Rodarte, Manolo Cardona, Tony Dalton y Stephanie Cayo. La cinta es una comedia negra en la que cuatro dentistas vistan una paradisíaca isla durante una convención. Amigos y rivales o simplemente conocidos, estos cuatro individuos se embarcan en una dinámica de luchas de egos y poder, llena de mentiras y deseo.
El guión, escrito por el mismo Carlos Cuarón junto con Luis Usabiaga, tiene momentos en los que el ritmo y el timing cómico alcanzan una buena sincronía, pero otros tantos llegan a sentirse forzados y fuera de lugar. El director explota el dolor de sus personajes y los coloca en un camino hacia una ¿posible redención? con la oportunidad de modificar el rumbo de sus vidas. Se debe aplaudir el trabajo del cast, donde Miguel Rodarte vuelve a sorprender con una gran interpretación.
La diosa del asfalto es la más reciente película del aclamado director Julián Hernández. La cinta se centra en el grupo de mujeres que se hizo llamar “Las castradoras de Santa Fe” y la forma en que el vínculo de sororidad que crean las ayuda a sobrevivir en sitios hostiles, barrios peligrosos y opresión masculina que parece no tomarlas en serio hasta que deciden alzar la voz.
A manera de recuerdo conoceremos la juventud de las protagonistas: Max (Ximena Romo), Ramira (Mabel Cadena), Carcacha (Nelly González) y Sonia (Samantha Orozco). Chicas adolescentes cuya amistad y la música une sus caminos; cada una de ellas con una historia y una serie de vivencias particulares que las orilla a buscar cobijo con aquellas que las entienden, animan, pero sobre todo con aquellas que las aman.
Como era de esperarse, la música es una más de las protagonistas en la cinta de Hernández. La talentosa Jessy Bulbo no solamente figura como parte del soundtrack de la película (en el que también aparece la mítica Cecilia Toussaint), sino que también participó en la creación de las canciones de la agrupación La diosa del asfalto. Es a través de los acordes de punk y rock que las chicas evaden un mundo que claramente no fue hecho para ellas, razón por la cual la participación de grupos y cantantes femeninas como parte de la banda sonora agrega un gran valor. La diosa del asfalto encuentra su mayor fortaleza en el ensamble coral de su historia y en las interpretaciones de sus protagonistas.
La nueva cinta de Mariana Chenillo, Todo lo invisible, narra la historia de Jonás (Ari Brickman) un hombre que tras un trágico accidente pierde por completo la vista obligándola a modificar su forma de vida y enfrentarse con sombras de su pasado que cohabitan la obscuridad con él. La directora mezcla el conflicto interno y familiar del protagonista con las dificultades físicas y emocionales que implican el perder la propia independencia y posición de poder frente a su familia.
La cinta explora no solamente el pasado de Jonás, sino de todos aquellos que se cruzan con él. Interpela las decisiones que tomaron y la forma en que esos actos los han llevado hasta donde se encuentran en ese momento. Tienta a sus personajes con las posibilidades de revivir viejas historias y de continuar capítulos cerrados; pareciera que todos andan a ciegas jugando con las sombras de lo que fue,
Todo lo invisible encuentra su mejor momento en la línea narrativa que hace referencia a paternidad. La forma en que Chenillo hace evidentes los lazos o ausencia de estos en su protagonista y los empalma con su situación actual constituye el momento más emocional de la película.
Ricochet de Rodrigo Fiallega nos coloca en un tranquilo pueblo donde Martin (Martijn Kuiper), un hombre de apariencia tranquila vive con su familia en un pueblo de Jalisco donde es apreciado por la comunidad. A medida que el día transcurre descubriremos que no se trata de un día cualquiera y que Martín está enfermo.
Sin revelar muchos detalles la cinta se lleva a cabo durante el transcurso de un día. Su ritmo, secuencias y acciones hacen referencia a este paso del tiempo, por momentos pesado y otros tantos fugaces y electrizantes. Rodrigo Fiallega construye un drama con tintes de suspenso que se consume a fuego lento. Como espectadores nos intriga saber qué sucede alrededor de Martín, una misteriosa figura a la que seguimos en cada paso que da. Sus interacciones revelan poco a poco que algo no esta bien, pero la sensación de esperanza también reina en las calles.
Ricochet encuentra en su forma y en la brillante actuación contenida de Kuiper el motor narrativo preciso para el relato que presenta. Cada momento es crucial en la construcción de un desenlace brillante lleno de fuegos artificiales.
