“We are going out with a show people will never forget.”
Ver es creer, lo desconocido nos ha inspirado siempre un mar de curiosidad, saber cómo suceden los fenómenos más inexplicables del universo ocupa la cabeza de grandes pensadores y simples mortales, buscamos una explicación a todo lo que sucede a nuestro alrededor. La magia supone un nuevo misterio para el ser humano, cuando presenciamos un elaborado truco de magia nos sorprendemos y la pregunta ¿cómo lo hizo? Surge rápidamente de nuestras bocas, pero en nuestros adentros siempre sabemos que hay algún tipo de ilusión detrás de lo que acabamos de ver, una serie de sucesos lógicas que nos hicieron ver lo imposible.
Now You See Me 2 (Los Ilusionistas 2) retoma la historia de los 4 jinetes que en 2013 intentaron sorprendernos con la primera entrega de la franquicia. Han pasado algunos años desde la última aparición pública del grupo de magos, han vivido en las sombras y el anonimato cuidados siempre por el agente del FBI Dylan Rhodes, pero más pronto de lo que imaginan volverán al ojo público para continuar con su labor de exponer las injusticias del mundo a través de trucos de magia.
John M. Chu será el encargado de tomar el lugar que dejó Louis Leterrier y dirigirá una segunda parte que parece solamente la versión extendida de la primera. La historia seguirá exactamente la misma fórmula que su predecesora, los mismos giros (¿?), misma estructura y mismos errores.
En su esperado regreso a los escenarios los jinetes serán víctimas de un ataque en el que serán expuestos ante la multitud, en su escape del lugar serán transportados a Macao, China en dónde conocerán a Walter Mabry, quien les pedirá que, con sus habilidades, roben un aparato que le permitirá acceder a los datos de todas las personas del mundo, y sus motivos tendrá pero no son relevantes, o al menos eso nos hacen creer.
Los 4 jinetes parten a realizar la tarea, pero tienen su propia agenda pues su moral y necesidad de hacer el bien sin mirar a quién dictan sus pasos. El grupo sigue siendo integrado por los mismos elementos, exceptuando a Henley Reeves, quien simplemente se encuentra ausente y no tiene más de un minuto para ser recordada o explicar bien que fue de ella, su lugar será tomado por Lula, que intentará dar un poco de carisma al cuarteto con menos magia de la pantalla.
Los personajes siguen siendo exactamente los mismos que en la primera entrega y por consiguiente las actuaciones son repetitivas. Jesse Eisenberg vuelve a presentar un sinfín de gesticulaciones de superioridad intelectual que ha realizado (en la mayoría) de sus papeles desde The Social Network, Dave Franco sigue siendo relegado a ser el ayudante del ayudante sin tener material que le permita desarrollar sus habilidades cómicas, pero sí de desaprovechados hablamos Mark Ruffalo, Michael Caine y Morgan Freeman salen de repente para hacer una que otra aparición o dar una que otra revelación.
Como se mencionó antes uno de los personajes principales remplazado y la encargada de hacerlo es Lizzy Caplan, quien a pesar de hacer sus mejores intentos no logra levantar a la cuarta jinete y el papel de las mujeres en la magia sigue siendo el de ser la bella asistente, desafortunadamente no todo recae en ella sino también en el material con el que trabaja, un par de bromas que hace a lo largo de la cinta logran aterrizar de manera decente mientras que el resto solamente hacen que perdamos la paciencia. La nueva inclusión que generó más expectativas fue la del mago favorito del mundo en su papel menos mágico hasta el momento, Daniel Radcliffe interpreta al nuevo villano y cumple, entrega momentos cómicos y hace que su participación sea justificada.
A través de un argumento lleno de agujeros llegaremos al acto final, mismo que es predecible y esperado para muchos. La narración trabajó durante dos horas para un clímax que pretende dejar al mundo gritando ¿cómo lo hicieron? Pero el silencio ensordece. Las explicaciones que los implicados dan a cada truco cortan la fluidez de la historia, todos los sucesos que presenciamos son solamente el montaje y el escenario para un truco final que no nos deja sorprendidos y que quedará fácilmente en el olvido.