“Se te olvidó…”
Armando (Alfredo Castro), entrado en los cincuentas, se encuentra asechando a un joven en la parada del autobús. La cercanía entre ambos se reduce cuando el primero se acerca, tal vez demasiado, al segundo, una vez que suben al vehículo el mayor se sienta a un lado del menor y con la maestría de aquel que domina su oficio saca un fajo de billetes y lo muestra a su presa. La siguiente escena nos lleva al departamento del hombre, le pide al joven que se ponga de espaldas y deje al descubierto su trasero, al verlo comienza a masturbarse sin tocar a la persona que con gestos descontrolados soporta la humillación a la que es sometido. Una vez que termina, el invitado toma su dinero y sale del lugar, la compra fue efectuada y no hay nada más que hacer ahí.
La vida de Armando se hunde en la monotonía de sus contenidos actos, trabaja realizando y arreglando prótesis dentales, de igual forma vigila a un hombre mayor constantemente sin acercarse a él. Sus días encuentran su momento cumbre cuando sale en la búsqueda de jóvenes para llevarlos a su casa. En su rutina se topará con Elder (Luis Silva), un muchacho que se gana la vida robando y trabajando en un taller para poder comprarse un auto, Armando ofrece dinero a Elder para satisfacer sus necesidades, pero cuando están en el departamento de Armando el joven le propina una brutal paliza y huye con el dinero.
La ópera prima del director venezolano Lorenzo Vigas, Desde allá, nos adentra en la vida de los dos protagonistas, conocemos sus demonios y sus deseos mientras desarrollan una relación de extraña dependencia que se dará entre los dos sujetos, una relación que se asemeja a la de un cazador con su presa, la diferencia es que aquí nos sabemos quién es quién, ya que el juego que vemos se asemeja a una agitada danza en la que los roles cambian constantemente. La cinta retrata a una caracas real y convulsionada que se comprende de manera abrupta con las características socioeconómicas y socioculturales de los hombres que vemos en pantalla.
Las tomas exteriores nos dejan explorar el panorama a nuestro gusto, mientras que las interiores nos oprimen y nos dejan sentir la sensación que los personajes sienten en su día a día. Las decisiones de dirección de Vigas dotan al relato de un carácter naturalista, la película no cuenta con banda sonora, solamente tenemos el ruido ambiental que secunda la calma con la que se desarrolla la historia.
Desde allá cuenta con una cantidad muy limitada de diálogos, el silencio es abrumador pero revelador, la ausencia de palabras entre los personajes dice mucho más que cualquier sonido que pudieran haberse dicho en ese momento. Armando y Elder constituyen un acertijo para nosotros, Vigas nos coloca a una distancia segura en la que no nos permite involucrarnos de más, pero la suficiente para atraparnos en la agonía que suponen las palabras ahogadas en la garganta de los protagonistas.
La austeridad narrativa y el montaje lineal se alinea perfectamente con la personalidad de los personajes, quienes enfrentan una dificultad comunicativa marcada por su historia de vida y por la sociedad que los rodea, sociedad latinoamericana que se caracteriza por su alto nivel homofóbico y machista que martiriza la situación de muchas personas, llevándolas a extremos opresores que generan culpas sinsentido.
Alfredo Castro se consolida como uno de los actores más emblemáticos y versátiles de Latinoamérica, su Armando es enigmático y calculador, su apacible rostro se vuelve un acertijo eterno sobre el pensar de su personaje. El debutante Luis Silva es un diamante en bruto que con una explosiva interpretación nos mantiene pendientes de cada uno de sus movimientos, su Elder es un macho latino que en el fondo oculta un lado sensible y lleno de carencias, pero sobre todo vulnerable.
Desde allá es un laberinto con múltiples soluciones para el espectador, es una cinta que demanda más de nosotros. Es una película cruda y desgarradora, llena de matices y ansiedad, atiborrada de tensión sexual alejada del romanticismo, es como la realidad, no hay extremos solamente perspectivas.
Vigas entrega una historia sobre el duelo y la negación, una sobre el ensimismamiento y la soledad. El explosivo clímax deja atónito a cualquiera que lo vea, las emociones que se desbordan en las imágenes son reales nos gustan y nos duelen, el director no repara en consolarnos, el día a día no es tan condescendiente. El amor, el odio, la desesperación se sienten como si fueran propias, han encontrado la herida abierta y es ahí donde se han instalado, aunque las observemos desde allá.