“I don’t exist anymore. I’ve been edited.”
Cuando pensamos en las biopics más memorables saltan inmediatamente los nombres de grandes artistas, cuyas obras demandaban un dinamismo visual que atrapa al espectador de manera natural. Es fácil fascinarse por lo que es ameno a la vista, por lo que entretiene, pero es mucho más difícil engancharse con la historia cuando se trata personas que realizan tareas que no demandan un espectáculo, algo que atrape nuestros sentidos, razón por la cual realizar una película sobre la vida de un escritor y su editor no suena como una idea triunfadora de manera inmediata.
Michael Grandage presenta su ópera prima Genius, la historia del escritor Thomas Wolfe (Jude Law) quien ha sido rechazado por casi todas las editoriales a las que ha consultado con su obra, pero en su último intento por convencer a alguien de la valía de su trabajo llega con el famoso editor Max Perkins (Colin Firth) quien verá tras las miles de palabras escritas en un tabique de hojas a un gran genio de las letras.
A lo largo de Genius seremos testigos del proceso creativo del escritor mientras forja una profunda amistad con Perkins. Gracias a la energía vigorizante de los protagonistas las acciones que realizan sus personajes como leer o escribir se tornan emocionantes pues la energía que envuelve a la película hace que las acciones mencionadas, a pesar de poder parecer poco interesantes de observar, se tornen entretenidas en tanto nos sumergimos en el proceso de composición.
Grandage es un reconocido director de teatro por lo que no es de extrañar que cargue la parte fuerte de su película en los actores y en la calidad de sus interpretaciones. Los movimientos que realizan los histriones son muy medidos, los escenarios y la forma en que se mueven a través de ellos es claramente herencia de la tradición teatral.
Posiblemente habrá muchas personas que no se encuentren familiarizadas con el trabajo de Wolfe, ese es un factor que ayuda a la película pues en ningún momento se está esperando EL evento que marqué la diferencia en la carrera del escritor, a pesar de que otros tantos seguro sentirán un vuelco en sus adentros cuando Perkins le sugiere a su compañero cambiar el título de su libro «O Lost» a «Look Homeward, Angel» novela autobiográfica de gran popularidad y que es referente en la temática de madurez.
Colin Firth realiza un excelente trabajo, sobrio y elegante, el actor muestra temple y autoridad, pero al mismo tiempo encarna a un apacible mentor que ha encontrado a una joven promesa que no puede dejar de leer. Pero no nos dejemos engañar la verdadera estrella en Genius es Jude Law, su interpretación está cargada de volatilidad y de emoción, emana una energía tal que puede provocar las dos emociones más puras del ser humano: o amas u odias a su personaje y todo eso se debe gracias al espectacular trabajo de Law.
Desafortunadamente los papeles de las mujeres han quedado relegados de una manera grosera. Nicole Kidman tiene un personaje interesante que se desvanece con el paso del metraje, por más esfuerzos que la actriz haga la cinta no le da más y se queda siempre en un segundo plano. Laura Linney sufre todavía más, pues en su papel de la esposa de Perkins apenas tiene líneas y tiempo en pantalla, un verdadero crimen.
Los bastos diálogos de la cinta son abrumadores, Jude Law no puede dejar de hablar ni un minuto, es tal vez la característica que más nos acerca a su personaje que escribe sin cesar y de una manera tan poética y descriptiva que el encuentro de dos sujetos en un tren que duró menos de un minuto puede abarcar más de treinta cuartillas sin interlineados.
Genius es una oda de un autor olvidado consumido por las palabras que se han escrito para hacerle inmortal, es un relato de amistad y crecimiento, es la demostración de un proceso creativo demandante y las implicaciones que tiene trabajar incansablemente por tus sueños, es la historia de un loco por las letras.