“I heard her.”
El hubiera no existe es una de las frases más populares cuando alguien se arrepiente de no haber realizado algo o de no haber tomado una oportunidad. Lo que nos queda después del hubiera es el arrepentimiento o el remordimiento, sentimientos que pocas veces logramos alejar de nuestras cabezas, algunos intentan hacerlos desaparecer tomando acciones que, al menos en su interior, parezcan solucionar lo que dejaron pasar.
La fille inconnue (La chica desconocida) es la más reciente cinta de los aclamados directores belgas Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne y nos lleva a conocer a la doctora Jenny (Adèle Haenel) quien iniciará una investigación policiaca de manera personal para encontrar al asesino de una joven que toca la ventana de su consultorio pidiendo auxilio justo antes de morir, Jenny no hizo caso a la mujer y ahora su decisión la atormenta.
El realismo social que caracteriza a los Dardenne se ha convertido en parte fundamental del estilo de los hermanos y a pesar de que La fille inconnue supone su inclusión más directa a un género cinematográfico establecido (claro sin traicionar su esencia) se puede apreciar en cada cuadro el sello que los directores le imprimen a todas sus cintas.
Jenny inicia su investigación inmediatamente después de enterarse que la joven murió. Dejar que las autoridades lleven el caso no es opción para ella, pues necesita encontrar consuelo, paz o justicia para la chica que ve obsesivamente en una pixeleada fotografía o tal vez necesita hacerlo para estar en paz consiga misma. Su vida ahora se ve sumergida en una agitada persecución en la que nadie la necesitaba.
La principal debilidad del filme recae en la linealidad y predictibilidad del mismo, desde el momento en que la cinta comienza sabemos justamente lo que obtendremos y no hay sorpresas en el camino, a diferencia de la mayoría de las obras de los autores en las que improbabilidad de la realidad es elemento clave para su éxito. Esto no quiere decir que La fille inconnue sea aburrida, sino que no sorprende de la manera a la que los directores nos tienen acostumbrados.
Seguir los pasos de la fórmula nunca ha sido el estilo Dardenne y, a pesar de entregar su película más apegada a un género tal vez de toda su filmografía, esto es lo que le permite a la cinta explorar territorios nuevos e involucrarnos de manera personal con ella. Las conversaciones, el acercamiento a las caras, los detalles físicos que percibimos de los personajes dotan al relato de una naturalidad suprema.
Adèle Haenel supone una atinada inclusión en el mundo Dardenne, la actriz entiende a su personaje, mantiene su rostro estoico, sus silencios se conjugan con su mirada a medida que se envuelve en un misterio que se encuentra decidida a resolver con tal de que esa joven, a la que pudo haber ayudado, no quede en el anonimato.
La cámara en mano característica de los directores sigue los acelerados pasos de la protagonista mientras ocupa sus habilidades de médico para convertirse en detective de la forma más inventiva posible. Jenny realiza interrogatorios a todos los implicados, la frontera entre lo privado y lo público no existe para ella, llega un momento en el que realmente olvidamos que ella no tiene ninguna autoridad para actuar de la manera que lo hace.
El comentario social no podía faltar en La fille inconnue y aunque se haga de manera sutil se encuentra en todo momento. El entorno que nos rodea habla por con intensidad. Los silencios se conjugan con la edición para generar tensión y suspenso de principio a fin, el misterio también nos ha atrapado a nosotros y nos tiene al borde de la butaca.
La fille inconnue puede no ser el mejor trabajo de los Dardenne pero la elegancia y experiencia de los hermanos hacen que todas sus cintas sean toda una experiencia que nos inunda de realidad de una manera orgánica, que ataca nuestros adentros y nos cuestiona, logran ponernos en el papel de otro y nos dan la sensación de que están ahí, atrás de nosotros con su cámara en la mano filmando nuestra propia cotidianeidad.