Para los que sueñan

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A bit of madness is key to give us new colors to see…Who knows where it will lead us?...And that’s why they need us

Pocas son las ocasiones en que nos encontramos con joyas cinematográficas que se convierten en clásicos instantáneos y somos muy afortunados de vivir en los tiempos de Damien Chazelle y su prodigiosa cámara. Realizar un buen musical nunca ha sido tarea fácil, el mismo género nos parece remoto pues son pocas las cintas actuales que han logrado igualar la calidad de las películas de antaño en dicho género. Esa idea ha quedado en el pasado con la brillante y emocionante llegada de La La Land.

Seb (Ryan Gosling) es un músico que sueña con poner su propio club de jazz, uno que verdaderamente haga honor a la vieja escuela con los ritmos originales y Mia (Emma Stone) es una aspirante a actriz cuya carrera no ha despegado pero que se ha empeñado en seguir intentándolo, sus caminos se encontrarán para dar pie a una historia de amor sin precedentes, un relato romántico para todos aquellos que se atreven a soñar. Ambos soñadores, ambos perdedores, pero con pasión y convicciones.

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Presented in Cinemascope” es la forma en la que abre la cinta y no puedo pensar en una forma más bella de haberlo hecho, inmediatamente nos encontramos en las alturas de la ciudad de Los Ángeles, en la que el intenso tráfico cotidiano tiene paralizada una vía. La música comienza a sonar, la alegría empieza a aflorar y una sonrisa en nuestros rostros se pinta sin esfuerzo, el primer número musical de La La Land Another day of sunes espectacular, más de 150 actores en escena bailan, brincan y cantan en la atiborrada calle mientras la cámara nos brinda una panorámica de lo que ocurre, no perdemos detalle del comienzo de la fiesta. El primer número no tiene conexión directa con la historia y la forma en que fue filmado nos ayuda a crear contraste con el resto de los números musicales, que serán mucho más íntimos.

Damien Chazelle orquesta de manera inventiva cada segundo de un musical que celebra al amor y a Los Ángeles, pero también entrega un relato melancólico, ambas, alegría y nostalgia, corren de manera paralela sin que se sientan ajenas, las dos coexisten como lo hacen en nuestra vida cotidiana. El relato es un homenaje al género, y Chazelle conoce a la perfección el compás que debe de seguir, es una sentida carta a los musicales que han quedado en el pasado, mismos que ocupa como referencia. Es imposible no recordar The Umbrellas of Cherbourg, a Gene Kelly o a Jaques Demy a medida que la cinta avanza, pero al mismo tiempo es innegable que La La Land los ha superado a todos.

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La historia sobrepasa el romance clásico que todos conocemos, los personajes tienen su propia agenda para alcanzar sus metas, mismas que conocemos desde el inicio y de las que nos enamoramos con la misma intensidad que ellos. Es una oda a toda expresión creativa, una explosión sonora que nos muestra el compromiso y el sacrificio que requiere perseguir tus sueños, la suerte no existe, es necesario emprender vuelo y tomar decisiones que impliquen renunciar a otras y aprender a vivir con las consecuencias.

El también baterista Damien Chazelle entiende a la perfección la música y tiene clara la visión que quiere mostrar, uno podría pensar que el director vive su vida como un musical, ya que esa es la única explicación lógica para poder comprender la perfección del ritmo con el que se mueve el gran espectáculo que monta y desmonta a cada cuadro. Sobrepasa hábilmente la línea que hace a los musicales algo irreal (el momento en el que el diálogo da pie a las canciones ¿Quién en su vida se imagina hablando así?) y lo vuelve algo natural. Cuando Emma y Ryan bailan un delicado vals en el espacio puede parecer descabellado, pero la gracia con la que nos han llevado hasta ahí nos hace estar junto a la pareja y dar vueltas a través de las estrellas, es una experiencia única que como espectador no puedes olvidar, no quieres olvidar.

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Ryan Gosling realiza uno de sus mejores papeles, imprime una dulzura única a cada escena que rebasa la pantalla. El actor baila, canta y encanta en todos los números en los que aparece, cabe destacar que Gosling aprendió a tocar el piano y que las frenéticas y emocionantes escenas de Seb tocando el instrumento son las manos del intérprete. Los ojos, con toda la intensidad que transmiten, son suficientes para conocer los sentimientos del personaje y comprender su modus operandi.

Emma Stone sorprende con la mejor interpretación de su carrera, sus antecedentes en comedia le permiten a su personaje ganar la simpatía desde el primer momento en el que aparece. Mia se encuentra al borde del colapso ¿Qué tanto puede aguantar un ser humano tras ser rechazado una y otra vez al intentar alcanzar su sueño? y Stone encarna a la perfección el sentimiento y lo trasmite con su cuerpo, pero sobre todo con su voz. En uno de los números musicales finales “Audition” la actriz se encuentra sola en pantalla con un fondo negro, no hay más que su voz en una de las interpretaciones más desgarradoras que se hayan visto en pantalla, es un momento intenso que eriza la piel y saca lágrimas en un clímax espectacular.

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Chazelle opto por hacer un relato nostálgico con características modernas, es una coalición de dos mundos, una jugada arriesgada que da resultados positivos, el fabuloso cinemascope le permitió crear la atmósfera de ensueño que domina en la cinta. Linus Sandgren, director de cinefotografía, se mueve ágilmente y capta de manera hermosa cada movimiento y lo hace único. Los colores brillantes destacan con la iluminación y cuando Stone pasa bailando con tres amigas en la calle el momento, que pareciera simple, se vuelve canónico.

El diseño de producción y vestuario dan el toque preciso que la cinta necesita para deslumbrarnos visualmente. Las escenografías son hermosas y asombran por el contraste que hacen con la realidad. Cada outfit funciona y se mezcla con la vibra de La La Land, particularmente el icónico vestido amarillo que Emma Stone porta de manera brillante en una de las mejores secuencias de baile (“A lovely night”) de la cinta, nadie será capaz de portar de nuevo ese color, pues será comparado con la deslumbrante Emma y les aseguro que no habrá comparación.

Justin Hurwitz (encargado de componer la música y las canciones de la cinta) es un genio, el compositor da vida y voz a La La Land. Cada pieza es única y vibrante, nos encierra en el mundo que Chazelle ha construido para nosotros. City of Stars se convierte en tema recurrente de la banda sonora y las tres interpretaciones que se hacen de la canción en la película son simplemente hermosas, ya sea únicamente con la dulce voz de Gosling o a dueto con la matizada y cuidad voz de Stone.

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La mayoría de los números musicales fueron grabados con sonido directo lo que eleva el grado de dificultad para los actores y para el equipo de sonido. En Audition, Stone logra atraparnos con todas las emociones que se viven en su rostro y culminan en su voz; cuando llega el brutal epílogo hay un par de tomas en que todo un escenario se construye y deshace a su alrededor mientras los protagonistas continua con aplomo. Una de los pocos números que no fueron grabados con sonido directo fue A lovely night, por la complejidad técnica del mismo; Chazelle hace una secuencia impresionante usando la “hora mágica” para conseguir una iluminación espectacular mientras que Emma y Ryan bailan una coreografía (puesta por una inigualable Mandy Moore) que será recordada por siempre en la historia del séptimo arte.

Hurwitz compone, a manera de epílogo, una melodía que nos hace recordar todo el viaje, con cada acorde disfrutamos, reímos y lloramos, lo que hace Justin Hurwitz es música para la eternidad y la forma en que se conjuga con la secuencia final merece una ovación de pie. El trabajo de director y compositor se fusiona para dejarnos sin habla, con un nudo en la garganta y con los ojos rojos.

La La Land es una celebración para todos los que sueñan y al mismo tiempo es un sueño por sí misma. No ha habido una experiencia similar en muchos años, Chazelle es un genio, nos ha regalado una joya cinematográfica sin precedentes, un verdadero triunfo audiovisual que deslumbra en todo momento. El amor y los sueños inundan la pantalla y logran atraparnos y cautivarnos, la cinta busca conquistarnos desde el comienzo y al final el enamorado fui yo…de La La Land.