“I demand you treat me with respect.”
Todo ciudadano que se respeta se ha enojado al menos una vez con el sistema y la burocracia que las instituciones gubernamentales de su país tienen. ¡Manos arriba todos aquellos que están hartos de las filas interminables y la mala atención que reciben en estos centros! ¡Un paso al frente los que estén cansados de no poder resolver un simple trámite ni yendo a “la siguiente ventanilla”! A todos nos gustaría que nuestro descontento fuera escuchado ¿pero de qué forma se puede conseguir?
I, Daniel Blake es la más reciente y posiblemente última cinta del director Ken Loach y cuenta la historia del veterano Daniel Blake (Dave Johns) quien acaba de sufrir un ataque cardíaco y por recomendaciones del médico debe dejar de trabajar o podría tener consecuencias fatales, nuestro protagonista buscará obtener su seguro de desempleo por incapacidad física, pero todos sabemos lo difíciles que son ese tipo de trámites en cualquier país. Además Daniel se encuentra sólo en el mundo, su esposa falleció y no tiene familia que lo asista haciendo esta aventura todavía más compleja.
La cinta comienza con un fondo negro en el que solamente escuchamos a Daniel hablar con un encargado de salud mientras responde un cuestionario que claramente se aleja cada vez más del problema inicial, la situación se torna irritante para nosotros aún sin saber quién habla o por qué, pero es claro que la persona que lo atiende no tiene el menor interés por ayudarle a resolver su problema. Desafortunadamente no será ni el primero ni el último ser humano que trate de esa manera a Daniel, sin un gramo de compasión.
En uno de los múltiples enfrentamientos que Daniel tiene en una de las oficinas de desempleo conoce a Katie (Hayley Squires) quien se encuentra en una situación similar y debe cuidar a sus dos hijos. Ambos se harán compañía y se unirán en la lucha contra la burocracia y los malos tratos.
Loach ofrece un relato sumamente humano que deslumbra por las emociones y su realidad. No hay giros narrativos complejos ni elementos técnicos que deslumbren, pero la calidad y habilidad para contar historias del director hace que la linealidad de su película sea una bomba de lágrimas y risas, de enojo y de alegrías.
La personificación carismática que realiza Dave Johns hace que nos encariñemos con Daniel y que realmente tengamos una preocupación genuina por su personaje. Por su parte Hayley Squires logra igualar y por momentos robarle la batuta a Johns, un par de escenas en las que su personaje alcanza un punto de ebullición son verdaderamente algunos de los highlights de la película.
El director retrata lo bajo de la sociedad, pero también capta los pequeños indicios de bondad que aún existen en el mundo. La película hace frente por la dignidad del ser humano que lentamente se ha ido perdiendo. I, Daniel Blake es un discurso de furia, Ken Loach está enojado y sus palabras retumban en nuestros oídos mientras las imágenes se clavan como dagas en nuestros ojos. La realidad del relato crea proximidad con el espectador, cualquiera de nosotros podría o ha sido Daniel Blake.
I, Daniel Blake muestra la resistencia humana ante las injusticias que les atañen, es una pelea constante por el trato justo que merece cada persona y que muchas veces no recibe. Su cinta es de rabia, es la intensa respuesta a un sistema que se niega a dar soluciones, es la forma de mostrar y compartir el descontento con el mundo con la intención de generar un cambio, es permanente y poderosa, salta a la vista como un intenso grafiti en la pared que demanda ser reconocido.