“Life is full of frightful things. The great thing is to find something to be happy about.”
Winnie Pooh es uno de los personajes más emblemáticos de la historia, las aventuras que Christopher Robin tenía en el bosque con sus juguetes y amigos se han convertido en todo un clásico que no solamente quedó inmortalizado en palabras, sino que se encuentra tatuado en la memoria colectiva.
Goodbye Christopher Robin nos lleva a conocer la historia poco conocida del autor A. A. Milne (Domhnall Gleeson) y la forma en que nacieron sus historias de Winnie Pooh. Tras haber participado en la primera guerra mundial Milne quedó marcado de por vida y en su regreso a su natal Inglaterra nunca volvió a ser el mismo, el autor quería encontrar la forma de mostrar su descontento con la violencia y el enfrentamiento de armas, pero logró algo todavía más impactante, con su trabajo, le devolvió la alegría y la esperanza a toda una nación y a todo el mundo.
Simon Curtis no es ningún extraño para contar historias basadas en gente real, por lo que se esperaba que su cinta fuera fenomenal, tristemente lo que vemos en pantalla no es algo que se quedará en nuestras memorias por mucho tiempo. El director no hace uso de las herramientas que el lenguaje cinematográfico le otorga para desarrollar su película, la pantalla grande no hace la diferencia, pues lo que presenciamos bien pudo ser pensado como una cinta televisiva.
Milne utilizó a su hijo C.R. Milne (Will Tilston) o Billy Moon AKA Christopher Robin y el poco tiempo de calidad que pasa con él para crear su más famosa obra, el éxito logrado fue a costa de la infancia de su hijo, el niño no solamente creció sin el amor de sus padres, sino que fue obligado a compartir su identidad con el mundo, a abrirle las puertas de su vida, de su imaginación a todas las personas que leían sus aventuras, entonces ¿qué quedaba para él?
Los miedos que el autor ha desarrollado después de la guerra lo han dejado traumatizado y son los que le han impedido llevar una vida normal y ser el padre que su hijo necesita, de igual forma su esposa (Margot Robbie) no ayuda mucho, pues sus preocupaciones son más superficiales que trascendentales; su poca empatía por Billy Moon junto con su terrible actitud la hacen un personaje bastante odioso desde el primer minuto.
Domhnall Gleeson obtiene otro estelar y el actor logra lucirse llevando gran parte del peso de la cinta, encarna los conflictos de Milne y se convierte en el principal atractivo del filme.
Goodbye Christopher Robin nos enseña las consecuencias de regalar nuestra identidad y la de los que amamos al mundo, la cinta logra sacarnos una sonrisa, pero más por el recuerdo nostálgico que por su forma.