“Two words: re-venge.”
Todos sabemos que las agencias de vigilancia y seguridad más importantes del mundo tienen acceso a prácticamente cualquier tipo de información sobre infinidad de temas y personas, la paranoia de vivir siendo observados es totalmente justificada; un mundo nos vigila y graba en su memoria cada paso que damos y recuerda cada palabra que decimos.
Mark Felt: The Man Who Brought Down the White House cuenta la historia de Mark Felt (Liam Neeson) un alto directivo del FBI que ayudó a sacar a la luz a los culpables del escándalo de Watergate en 1972. Felt se distinguía por ser un agente modelo, seguía las reglas al pie de la letra, su lealtad era incuestionable, lo único a lo que mostraba más fidelidad era a la institución a la que representaba y para la cual llevaba 30 años trabajando cuando Watergate llegó a sus manos.
El mundo se encuentra lleno de secretos, pero también de gente que los custodia y Felt era uno de los guardianes con mayor información que existía, los altos mandos le temen a gente como él, pues es el único capaz de exponer la terrible corrupción y vidas confidenciales, fuera de toda ley, que cada uno de ellos lleva de manera paralela. Se trata de alguien demasiado peligroso para tener de enemigo. Cuando Felt comenzó a encontrar los vínculos del caso en el que trabajaba con el gobierno estadounidense todos se pusieron en marcha para detenerlo, pero no contaban con que el hombre estaba dispuesto a todo, inclusive a traicionarse a sí mismo con tal de salvar a la institución en la que creía.
Peter Landesman dirige un hábil thriller político que nos da un recorrido por los archivos confidenciales de Estados Unidos y expone la ropa sucia de un gobierno que mentía descaradamente a su pueblo, algo que obviamente nos es totalmente ajeno.
El relato es sumamente atractivo, la duración es la adecuada, se explica a detalle sin ser cansada y nos mantiene con interés de principio a fin. La única línea narrativa que se siente ajena es la que concierne a la familia de Felt, no responde a ninguna necesidad de la historia y sus incursiones se sienten desarticuladas.
Mark Felt es también la oportunidad perfecta que se le dio a Liam Neeson para recordarnos que es un fantástico actor cuando no está persiguiendo a los secuestradores de algún miembro de su familia. El actor demuestra con temple las dificultades que suponen para su personaje traicionar todo lo que ha sido para poder salvar los objetivos y el legado que ha protegido toda su vida.
En la película se le alega al director del FBI en turno que jamás será recordado como J. Edgar y lo mismo aplica para Mark Felt: The Man Who Brought Down the White House, el filme de Landesman se queda corto ante la tremenda biopic que Eastwood nos regaló hace unos años, pero el segundo lugar sigue siendo un gran mérito.