Todos flotan

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“You’ll float too.”

Es innegable que Stephen King es sin duda una de las voces más prestigiadas, potentes y certeras al momento de contar historias y sobre todo relatos que sean capaces de aterrorizarnos de una manera latente y constante con cada palabra. Gracias a su tremendo material, demasiados autores y productoras han intentado llevar a la pantalla las obras de King, algunas han sido ejecutadas de manera memorable y hay otras tantas que preferiríamos olvidar.

Formo parte de la generación que fue traumatizada con la miniserie de 1990 basada en la que, quizás, es la mejor obra literaria de Stephen King: It. Mirando un poco hacia atrás (algo que deberíamos hacer con más frecuencia) es fácil descubrir que el trabajo televisivo no es tan aterrador como la memoria nos lo hace creer, pero algo es innegable el legado que dejó es fundamental y la imagen que Tim Curry (que sin maquillaje es bastante aterrador también) nos dejó de Pennywise el payaso bailarín es una para la eternidad.

Por mucho tiempo se habló y maquinó una adaptación cinematográfica que reviviera el temor que muchos sienten por los payasos, pero fue hasta 2017 que al fin la obtuvimos, las dudas sobre la cinta eran demasiadas, pero era inevitable que todos sintiéramos una cosquilla por flotar una vez más.

Andy Muschietti es el encargado de dirigir el circo y para sorpresa de muchos logra montar un espectáculo impresionante. El director decide realizar varios cambios en la historia original de King, pero siempre para el bien de la historia, siendo el más claro de todos la alteración de la temporalidad, que ahora nos transporta a 1989 en lugar de a 1958.

La secuencia que da comienzo al filme es una de las más memorables, muchos recordarán a Bill Denbrough (Jaeden Lieberher) construirle un barco de papel a su pequeño hermano Georgie (Jackson Robert Scott) un día de lluvia y seguramente también vuelve a su mente el momento en que el niño del impermeable amarillo se encuentra con Pennywise (Bill Skarsgård) en la alcantarilla, iniciando así una serie de desapariciones de menores en la terrible e indiferente ciudad de Derry.

En vista de que los adultos del pueblo parecen olvidar con facilidad los sucesos un grupo de niños denominados los perdedores, liderados por Bill, se niegan a olvidar a los desaparecidos o bien a ser los siguientes en la lista. A partir de ese momento cada uno tendrá un encuentro con Pennywise, quien se aparece en la forma de los miedos de cada uno, dándoles algo más en común a los niños y obligándolos al mismo tiempo a pelear o morir.

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It, como cualquier trabajo se Stephen King, no recurre a los sustos baratos, sino que va construyendo la tensión de manera paulatina y Muschietti lo comprende a la perfección, nos lleva por un sendero constante de terror que solamente tiene una salida posible; no habrá saltos sorpresivos ni bombardeos auditivos para estremecernos, sino que, al igual que la criatura ancestral que ha tomado Derry como residencia, se interna en la psique del espectador y nos ataca desde ese punto.

La película se encuentra llena de texturas que te devoran lentamente, ya sea con el score tan matizado que Benjamin Wallfisch elabora o con la asombrosa composición de imágenes que nos regala (el siempre correcto) Chung-hoon Chung. Siempre hay algo en la pantalla que se queda punzante en nuestra cabeza y no nos permite estar tranquilos.

Sería un crimen creer que la magia no tiene en gran parte que ver con la pluma que hay detrás. La historia es tan poderosa por sí misma que dejarla correr de manera natural es lo que se necesita hacer, la adaptación le es tan fiel como le es posible al material de origen y aquellas cambios u omisiones del libro son remplazados de manera que no se altera la visión ni la esencia general.

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Los temas que caracterizan la obra de King son parte fundamental del corazón del relato. Los tormentos de crecer, la amistad y la infancia son observadas y analizadas cuidadosamente tanto en el libro como en la película, de hecho la versión de Muschietti logra retratar a cada miembro del club de los perdedores de manera inventiva, utilizando sus miedos y su personalidad para comprender a cada niño, son los perdedores a los que les pertenece la cinta, son las emociones que viven las que nos hacen conectar, es aquella sensación de haber vivido algo único juntos la que es tan poderosa que nos hace recordar que nadie tiene amigos como aquellos que tuvo en la infancia.

El casting fue sin duda el indicado cada niño goza de un talento peculiar que no se ve tan a menudo en los filmes protagonizados por menores. El adorable Jackson Robert Scott causa una ternura que solamente se puede equiparar a lo aterrador que puede llegar a ser. Los MVP´s son Finn Wolfhard y Jack Dylan Grazer, Richie y Eddie respectivamente, el primero muestra una habilidad para la comedia sorprendente, mientras que el segundo te hace verdaderamente sentir angustia, ansiedad y el estrés que suponen todos sus males.

¿Y qué pasa con Pennywise? Debo decir que Bill Skarsgård hace un trabajo a la altura de lo que se esperaba, tal vez no es tan aterrador visualmente como Curry, pero lleva en la sangre una habilidad histriónica (¡Por Dios es un Skarsgård!) que hiela la sangre, basta con ver el aplomo con el que se desenvuelve en la primera escena con una voz tan amigable como tenebrosa.

It no es un trabajo perfecto, menciona y deja al aire muchas referencias literarias que seguro no escaparán ante los ojos de los más fervientes admiradores de King, pero el hecho de dividir la historia en 2 y darle la importancia debida a la parte inicial del relato la hace mucho más congruente y nos deja queriendo ver más. No es la pieza maestra que demanda el libro, pero sí es un fenomenal esfuerzo que, tal vez, complementándose con la segunda parte nos dejé a todos flotando de nuevo.