“We’re bad guys, it’s what we do.”
A través de una campaña de mercadotecnia viral DC nos presumía su siguiente golpe, uno que amenazaba con reivindicarlos ante las crecientes críticas de sus adaptaciones cinematográficas. El universo DC se encontraba en decadencia y la mejor fórmula para salvarlo era convocando al equipo de villanos más temidos y convertirlos en los nuevos héroes, la premisa no podía estar más equivocada.
Suicide Squad, escita y dirigida por David Ayer, se sitúa inmediatamente después de los sucesos ocurridos en Batman v Superman, el gobierno tiene miedo de que el siguiente metahumano que llegue a la Tierra no comparta los mismos valores que el héroe de la capa roja y decida atacarlos, así que para estar preparados se prepararán para combatir fuego contra fuego. Amanda Waller (Viola Davis) será la encargada de juntar a lo peor de lo peor, pero para cuando la cinta comienza Waller ya tiene seleccionados y ubicados a los prospectos.
Durante la primera hora del filme conoceremos a los miembros del equipo, algunos como Deadshot (Will Smith) y Harley Quinn (Margot Robbie) tendrán largas secuencias introductorias con elaboradas historias de fondo, mientras que la gran mayoría de los villanos se deberán conformar con aparecer en pantalla unos cuantos segundos sin el resto de sus compañeros. El escuadrón es armado más rápido de lo que se mueve Flash y su vínculo (de equipo a familia) es formado en un tiempo más corto que los shorts de Harley Quinn y así sin más Ayer espera que creamos que los dementes que muestra en pantalla son los nuevos Avengers.
La cinta que amenazaba con ser polémica, anárquica e irreverente resultó ser convencional y plana. La misma fórmula de blockbusters veraniega es la que rige Suicide Squad. El guión no nos ofrece nada nuevo, tampoco nos brinda actitud ni pasión, sus personajes carecen de motivos convincentes para actuar, algunos carecen inclusive de diálogo, no podíamos estar menos interesados en las personas que se embarcan en una misión suicida pues tampoco vemos el peligro real.
Uno de los principales atractivos que vendía la película era la aparición del nuevo Joker (Jared Leto), inclusive los créditos colocan a Leto en el segundo puesto, haciéndonos creer que el payaso sería protagonista en la historia, una mentira más. Jared Leto tiene por mucho 15 minutos en pantalla y su aparición es tan poco trascendental que la cinta podía carecer de su presencia.
Margot Robbie vuelve a hacer un buen trabajo, pero el principal problema que enfrenta es la constitución de su personaje. Harley Quinn es un ejemplo perfecto de la sexualización de la mujer, los atuendos de la eterna enamorada del Joker, al igual que su actitud, parecen sacados de una película pornográfica de baja producción con la mayor cantidad de fetiches posible.
La gran cantidad de elementos y de personajes en pantalla es abrumadora. Por momentos es imposible recordar a los soldados y malvados, pues su poca presencia los va reduciendo a medida que la película avanza y nos hace cuestionarnos sobre la importancia de sus aportaciones dentro del Escuadrón Suicida.
La selección musical de la película es electrizante, es el elemento más claro que la vincula con la espectacular Guardians of the Galaxy, pero incluir Bohemian Rhapsody en una de tus secuencias no la hace genial instantáneamente. La forma de mezclar el soundtrack con las imágenes es descuidada, algunas de las inclusiones musicales se sienten forzadas mientras que otras suenan una tras otra provocando un caos sonoro. El sonido del Escuadrón se queda lejos de alcanzar la armonía que Marvel logró con sus Guardianes.
Cuando el escenario parecía haber tocado fondo conocemos a la villana de la cinta, se trata de Enchantress (Cara Delevingne), una bruja de más de 6000 años que ha tomado el cuerpo de la Dra. June Moone y que busca destruir a la humanidad por alguna razón que nunca comprenderemos bien. Enchantress es una de las villanas más débiles que hemos visto recientemente, su actuar se limita a decir unas cuantas líneas y a bailar frenéticamente frente a un rayo de luz que se levanta del suelo.
Las secuencias de acción, que suelen ser el gran atractivo de este tipo de películas, no son memorables, la batalla del escuadrón contra la bruja se ve reducida a saltos de edición tan rápidos que ni siquiera percibimos lo que pasa, la figura (de sombra) de Enchantress tampoco favorece a la escena pues es imposible identificarla en cada corte.
Suicide Squad entrega a un grupo de personajes olvidables y otros tantos que preferiríamos colocar en el baúl de los recuerdos, nos ofrece un equipo en el que podía encajar perfectamente la Catwoman de Halle Berry. Nos deja un sabor amargo sobre el universo DC, que es el que parece embarcarse en la verdadera misión suicida. Es una cinta de villanos que necesitan repetir constantemente lo malos que son porque a simple vista no lo podíamos haber deducido.