“We need to talk to the other sites…and work together for once.”
¿Cuál es el principio de tu historia? ¿Volverías a hacer todo sabiendo cómo terminará o que pasos seguirán? ¿Cuándo sabemos que nuestro momento ha acabado? Son interrogantes que posiblemente nos hayamos preguntado alguna vez, pero que hemos dejado sin respuesta desde entonces y es que las soluciones no son fáciles, tal vez ni siquiera existen aún.
Arrival, dirigida por el sorprendente y siempre refrescante Denis Villeneuve, narra la historia de la llegada de un grupo de extraterrestres a la Tierra, como es de esperarse los humanos intentan hacer contacto, razón por la cual seleccionan a la experta en lingüística Louise Banks (Amy Adams) para descifrar lo que los visitantes nos quieren decir.
Son 12 las naves que se han postrado en lugares distintos del planeta y cada locación hace lo que puede para conseguir respuestas de la vida extraterrestre que levita sobre sus cabezas. Es una carrera contra el tiempo, pues no todas las naciones están dispuestas a cooperar con las otras y mucho menos compartir información, de igual forma las ideologías e impulsos de otras pueden generar acciones que perjudiquen a toda la humanidad, solamente tienen que dar la orden.
Denis Villeneuve se ha convertido en uno de los directores más interesantes de los últimos años, sus cintas tienen un sello característico que las distingue del resto, el gran ojo del autor es agudo y la claridad de sus ideas le permite articular discursos sólidos y contundentes.
Villeneuve demuestra que puede serle fiel a su esencia aún con grandes y costosas producciones, el director explora de manera formidable los terrenos de la ciencia ficción en la que sin duda es una de las cintas más representativas del género de los últimos tiempos.
Arrival no hace un estudio de las posibilidades de encontrarse con la vida de otro planeta, sino de la misma humanidad, de nuestras emociones y reacciones. Los conceptos que se manejan en la película son complejos, hubieran sido confusos y tediosos en otras manos, pero Villeneuve los aborda con extrema brillantez. El tiempo, su relatividad y lo efímero que resulta son una constante en la cinta, son el centro que nos absorbe dentro de la experiencia.
La comunicación y el lenguaje son los otros temas que forman el corazón de Arrival. La temporalidad de las palabras y lo forma que ocupamos para darnos a entender son posiblemente el material más complejo que enfrenta el filme, pero lo hace una manera elegante, sencilla, hermosa. El director hace gala de su enorme talento al combinar humanidades y ciencia en el mismo equipo y hacernos comprender que la eterna rivalidad es absurda pues ambas se complementan, ambas forman parte de un todo y ese todo somos nosotros mismos.
Amy Adams da su mejor interpretación del año y eso es decir mucho tras su trabajo en Nocturnal Animals. La actriz tiene una habilidad fuera de serie para comprender a sus personajes y vivirlos de una manera especial y única. Jeremy Renner es su coprotagonista y el actor entrega una actuación sólida y llena de ternura que no se queda atrás del trabajo de Adams. El aplomo que muestra la actriz es sorprendente, verla en cada cuadro es una maravilla, la sensibilidad que demuestra trasciende la pantalla y genera escalofríos.
El trabajo de diseño de producción es impecable. El score de Jóhann Jóhannsson (basado en cuerdas) es tremendo, verdaderamente alucinante, es envolvente, nos atrapa y juega con nosotros, nos lleva justamente a donde Villeneuve quiere que estemos. Captura la esencia aterradora del suceso, pero al mismo tiempo nos maravilla por lo imponente que es.
A través de saltos temporales hemos ido develando las piezas del rompecabezas, Arrival llega al punto cumbre, el momento en que muchas cintas de ciencia ficción se desploman: la hora de rendir cuentas, de otorgar explicaciones. Uno podría suponer que con tantos conceptos en juego la única salida posible era la catástrofe, pero me alegra decirles que eso es un error. Arrival sale airosa y triunfadora con un tercer acto verdaderamente impactante.
Cada momento que vimos en pantalla nos preparó para el clímax, una bomba en nuestras caras que no puede ser de este mundo. Las emociones que despierta son mezcladas, distintas, pero no contradictorias. No hay palabras para describir la experiencia que se ha vivido. No hay cabos sueltos, la cinta cierra el círculo con fuegos artificiales: da un verdadero cierre.
Arrival explora con gracia el sentido de la humanidad, nuestra colectividad. Es un viaje a los orígenes, pero también al futuro y a nuestra realidad actual. Es un ejercicio de dimensiones monumentales que te deja boquiabierto, un viaje para entender lo conocido a través de lo desconocido, un paseo sin reglas ni gravedad, una travesía infinita por los secretos del universo, por los secretos que encapsula nuestra mortalidad o nuestra eternidad. Es un vistazo al infinito.